ROTOS Y DESCOSIDOS III: HENRY/BAUDELAIRE
¡Que vivan los hijos de la France!
Te dedico estos versos para que, si mi nombre
alcanza felizmente a más lejanas épocas
y aviva en el crepúsculo los humanos cerebros,
bajel favorecido por un fuerte aquilón,
tu memoria, pareja a fábulas borrosas,
envuelva a los lectores igual que un atabal
y, a través de un fraterno y místico eslabón,
permanezca prendida de mis rimas altivas.
Ser maldito a quien nadie, del abismo profundo
hasta el más alto cielo, responde, salvo yo;
-oh tú, que como sombra apenas insinuada,
pisas con pie ligero y sereno semblante
a los necios mortales que amargo te juzgaron,
busto de ojos de jade, soberbio ángel broncíneo.
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