GRITAR
de orgullo. Acúsome de toda
la vanagloria que me asiste
al comprobar que vos, capaz de convocar
con una divina fórmula la Carne
y la Sangre de Nuestro Señor, jamás
poseeréis la palabra que hiciera
nacer el tacto de mi cuerpo
entre vuestros dedos consagrados.
Y acúsome, reverendo padre,
del sentimiento de rebeldía y de triunfo
con que me embriaga esta crueldad.
Amén.
(ANA ROSSETTI)
Ser orgullosa es contener el grito.
Estef.
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