14 mayo 2006

Las manos del titiritero, Tina Modotti



El enmarañamiento, pues, si lo hay, es porque así se quiere; el mecanismo, si lo hay, es porque así se quiere; pero no soy yo quien lo quiere, sino la propia historia, los propios personajes. Se deja ver, en efecto, enseguida: muchas veces se prepara con toda la intención y se muestra en el acto mismo de prepararlo y ponerlo en marcha: es la máscara para la representación; el juego de hacer cada uno un papel; lo que querríamos o deberíamos ser; lo que a los demás les parece que somos, mientras que lo que somos, en buena medida no lo sabemos ni siquiera nosotros; la burda, la inconsistente metáfora de nosotros mismos; el montaje, a menudo rocambolesco, que creamos en torno a nosotros o que los demás crean para nosotros: o sea, un verdadero mecanicismo, sí, dentro del cual cada individuo, porque así lo quiere -repito-, es su propia marioneta; hasta la patada final que acaba mandando por los aires todo el teatrillo.

Luigi Pirandello, El difunto Matías Pascal.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ana, impresionante la foto e impresionante el texto. ¿No lo piensas muchas veces? ¿El clásico quién soy yo? Porque justo hace un momento estaba pensando en eso: ¿no crees que hay facetas de nosotras mismas que conocemos mejor y a las que nos acostumbramos y que, por el contrario, hay otras facetas que dejamos ver menos y que consideramos menos nuestras que las demás? Y a veces me pregunto si no seremos precisamente esas capitas internas, soterradas, las que casi no se ven, como las carcajadas que a veces se liberan a solas, para nadie, o esos momentos en los que se llora delante de un televisor sin motivo aparente. ¿No crees que hay un gesto mínimo que es casi la esencia de lo que es cada cual?Como el tono de voz de tu abuela que comentabas ayer, que es familiar y propio, casi inimitable. ¿Y no crees que a lo mejor lo inimitable que hay en nosotras nunca lo sabremos nosotras mismas? ¿Y que a lo mejor todas esas máscaras, corazas y defensas no se las está creyendo nadie? ¿No era en un poema de Salinas en el que había un verso que decía "Se te está viendo la otra"? En fin, qué bonito el texto que has colgado, de verdad.
Estef.

6:47 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

es como tú dices el clásico quién soy yo... ¿y tú me lo preguntas? yo es otro (omito las comillas de estas citas)

hay facetas de nosotros mismos que CREEMOS conocer mejor y a las que nos acostumbramos, es decir, (y perdonar las repeticiones) yo soy quien creo ser: yo soy quien me acostumbro a creer que soy... o algo así, no sé si consigo explicarme.
existe por el contrario un yo del que no somos conscientes: aquel que pueden ver los otros desde fuera; no tanto a nivel global, sino -por decirlo de algún modo- aquel que "se nos escapa" en esos gestos mínimos.

en una novela -también- de Pirandello ("Uno, ninguno y cien mil") todo comienza cuando el personaje se da cuenta, por indicación de su mujer, después de muchos años de convivencia consigo mismo y de mirarse todos los días al espejo, de que tiene algo torcida su nariz hacia la ¿derecha? (no recuerdo bien)...y claro, a partir de aquí comienza la indagación en la personalidad y el conocimiento de uno mismo...y claro, a partir de aquí comienza la novela.

por eso mismo, creo que todo se me está haciendo más inestable y dudoso respecto a cuando empecé este texto/comentario.
quizá -entonces- la mejor respuesta que uno mismo puede darse para intentar responder(se) a "¿quién soy yo?" es -aquello que cité al principio en tono de broma- "¿y tú me lo preguntas?"


..voy a buscar el libro de pirandello y subo/coloco/escribo algunos fragmentos (para que alguno se anime a leerlo)
..de momento:Cortázar:Rayuela:

"lo llamaré paravisiones
es decir (lo malo es eso, decirlo)
una aptitud instantánea para salirme, para de pronto desde fuera aprehenderme, o de dentro pero en otro plano,
como si yo fuera alguien que me está mirando
(mejor todavía-porque en realidad no me veo-: como alguien que me está viviendo)"

(uno de mis capítulos favoritos de rayuela -uy, quizá también os lo "deje leer" -uy, quizá no pueda evitar escribirlo un poco más tarde en el blog...

besos

9:52 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pero, ¿no os resulta un poco peligroso el hecho de que la clave última sobre quiénes somos la tengan los demás? Tenía una profesora de psicología social que citaba siempre la misma frase ESTAMOS HECHOS DE JIRONES DE MIRADAS. Esto es un poco complicado de expresar, a ver si lo consigo. Yo creo que aquello que somos no es más que la suma de las miradas de la gente que ha estado a nuestro alrededor y que nos ha enseñado a través de su forma de relacionarse con nosotras/os quienes somos. Quien haya estado rodeado de miradas censoras se sentirá imperfecto, quien haya estado rodeado de miradas amorosas, se sentirá amable; a quien no le hayan mirado, se sentirá invisible. Por eso digo que me parece peligroso el hecho de no poder contrastar. ¿Realmente no se puede contrastar? ¿No podemos llegar ni siquiera a un mínimo conocimiento de nuestra interioridad? Yo creo que sí, que afortunadamente se nos diseñó de un modo reversible y que el peso de las miradas puede contrarrestarse, puede reconvertirse. Gonzalo, el comentario que hacías sobre los reflejos: ¿y cómo sabes que el espejo en el que te estás reflejando no distorsiona TU realidad? Creo que a veces hemos definido la identidad de un modo pasivo, o quizá de un modo cerrado: ESTE/ESTA ERES TÚ, TACHÁN. Y no es así, tendría que ser más bien: ESTE/ESTA ESTÁS SIENDO EN ESTE MOMENTO. Resumo: somos un conglomerado extrañísimo de miradas exteriores e interiores que no puede sino desembocar en nuestro lenguaje. BESOS.

11:59 p. m.  

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